El jabón es un producto de higiene que usamos diariamente, el cual, lo podemos encontrar de forma líquida, en polvo o en pastilla, siendo esta última su modelo más extendido. A día de hoy, sus funciones se han implementado, un ejemplo de ello, son las pastillas que al contacto con el agua efervescen y sirve como relajante o los dedicados a la limpieza de la cara, que generalmente, se utilizan en formato de espuma.
Su elaboración casera requiere unos pocos elementos, no muy caros, donde el componente principal son las grasas, y en donde, debemos controlar la temperatura exhaustivamente durante todo el proceso.
Lo idóneo de realizarlo nosotros mismos, aparte de ahorrarnos tener que comprar un productor indispensable para el hogar, es que podemos personalizarlo, le daremos la textura, color y olor que nosotros deseemos.
Hay dos métodos bastante comunes para la realización casera de los jabones:
El primer método y el más sencillo es comprar uno de base de glicerina y coco. Se corta en trozos y se introduce en un recipiente de vidrio, resistente al calor, que previamente ha sido metido en un cazo con agua para usar la técnica del baño María.
Debemos esperar a que pase del estado sólido a líquido para proceder a personalizar nuestro jabón con las esencias y colorantes que deseemos. En función de los olores que más os agraden, jazmín, coco, limón, rosa, etc. En este punto, es muy importante que, al remover, no se cree espuma, batiendo con calma hasta crear una pasta. A continuación, debemos volcarlo en moldes y esperar 30 minutos. Pasado este tiempo, lo extraeremos y dejaremos secar durante dos días. Una vez finalizado, tendremos nuestros propios jabones decorados por nosotros y con los aromas y colores que hayamos elegido.
El segundo método es más largo y tedioso pero igualmente valido, llevándolo a cabo desde el primer paso de la cadena de elaboración, sin tener que comprar el jabón base.
Para ello necesitaremos, grasas, aceite de coco o manteca de cacao, agua, lejía en polvo y neutralizantes. Empezaremos poniendo un caldero con gran capacidad (prácticamente 20 litros) a llenar, con unos 10 cm de agua y situándolo a fuego medio. A continuación, introduciremos las grasas y removeremos hasta estar disueltas, posteriormente echaremos el aceite de coco y cuando alcance los 71º C, reduciremos a fuego lento, al mínimo.
Aparte, iremos preparando una mezcla con agua y lejía en polvo y lo añadiremos a la cazuela poco a poco. Tener especial cuidado con los vapores de la mezcla, siempre usar mascarilla y gafas que nos cubran la boca y los ojos.
Mantener la temperatura a 71º C y seguir removiendo hasta que quede viscoso. Introducir el caldero en otro más grande con agua para el baño María y calentar entre 5 y 10 minutos. Dejar enfriar removiendo cada 20 minutos durante las próximas tres horas.
A continuación, hay que diluir el jabón en agua y rebajar el ácido total, producto de la lejía. Para ello utilizaremos los neutralizantes previamente mezclados en agua. Dependiendo del tipo de neutralizante necesitaremos más o menos agua y ya estaremos listos para añadir los aromas deseados.
El final del procedimiento es similar al anterior, volcar en recipientes que aguanten el calor y mantener durante dos o tres semanas al aire libre.
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